-Un vaso de vodka , Wymann.
-Ahora mismo se lo sirvo, señor. -
Señor. Me sigue sonando rara esa palabra. Ya han pasado cinco años si no me equivoco. Cinco malditos años desde que me admitieron en el grupo Alfa. Se supone que debe ser un honor para mí dejar nuestra comuna cada dos días para salir a la superficie a buscar víveres y esas preciadas máscaras. Las máscaras son lo mejor. Es magnífico cuando tienes que cambiar el filtro con uno de esos seres delante tuya, sencillamente perfecto.
-Aquí tiene. Ésta invita la casa.
-¿Y eso?
-¿No se lo han contado? El grupo Omega ha encontrado una destilería clandestina casi intacta. ¡Menos mal! Me estaba quedando sin género. -
Esos tipos de Omega... o críos, mejor dicho. Son demasiado críos. No estoy de acuerdo en enseñarles la "profesión" a la edad de trece años.
¡Es una locura!
Antes empezabas a los quince y ya me parecía un escándalo. A los quince entrabas en el grupo Omega, y si dabas la talla (si simplemente sobrevives), seguías en él. Si eras muy bueno te ascendían al grupo Beta, y si la sangre de los Hunter corre por tus venas entonces estás destinado al grupo Alfa. Yo entré a los 18. Mi padre, que en paz descanse, a los 20. Todas las veces que aprieto el gatillo de mi viejo francotirador siento su sangre. Sangre de Hunter. Nos llaman así por nuestras habilidades para la caza. Aunque yo no llamaría "caza" a lo que hacemos ahora. Es más bien una: "Recolección de recursos con la esperanza de volver con vida". Suena un poco largo pero no hay mejor forma de describirlo. Salir ahí fuera; con la máscara puesta, por supuesto (la media de vida en la superficie de hoy en día sin una máscara de gas son unos diez segundos aproximadamente. Y si sobrevives ese tiempo lo más probable es que ya tengas cuatro tipos distintos de cáncer), es muy angustioso.
Me lo sigo preguntando:
¿Por qué nos hicieron esto las personas que vivieron antes que nosotros? ¿Y por qué lo ocultaron hasta el último segundo?
Nos dicen que avisaron de la catástrofe cuando la toxicidad del aire era del 85%. Se podrían haber salvado muchas vidas. Pero claro, así no habría tanto sitio ni víveres para los poderosos. En fin. Ya son las cinco. Debo irme.
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